jueves, 14 de diciembre de 2006

PARA TENER UNA CONVERSACIÓN DIRECTA CON DIOS

Particularmente, me he pasado más de la mitad de mi vida queriendo tener una conversación directa con Dios. ¡Qué tonta fui!. Un día, descubrí que esa conversación la tengo todos los días. Dios me ha hablado, nos ha hablado siempre, a través de sus más disímiles voces, pero nunca escuchamos porque no tiene la forma que creemos, o nos hicieron creer que Dios tenía.

Un día, llorando por ti, abrí mi ventana y grité: ¡Dios, es hora de que me digas por qué, tengo derecho a una explicación al menos!.
Y al momento una maravillosa y extraña mariposa "monarca" apareció revoloteando en mi ventana, muy cerca de mi rostro. Me pareció hermosa, observé, por un instante cómo volaba cerca de mí, luego se dirigió hacia lo alto de un árbol y de allí la perdí. Supongo que prosiguió su largo, tortuoso y peligroso camino hacia el sur, pero eso no le importó para desviarse un momento y consolarme. Eso supongo yo. Hoy digo que ese es el amor verdadero y ese es el único lenguaje que Dios conoce, por eso es el único con el que Él te habla, pero como no parece tener voz ni palabras en el sentido humano, con la soberbia, prepotencia y lógica aplastante humana, nos negamos a escuchar. Y seguimos clamando: ¡Dios, háblame!.

Es que el mundo entero está dentro de ti, pero qué difícil es no dejarse arrastrar por “la realidad” que ves, escuchas, hueles y tocas a través de tus sentidos. La“certeza” de lo concreto nos entrampa.

No obstante, ¿Qué prueba tenemos de ello?.

Deepak Chopra, en El libro de los secretos apunta :

"Hay un mundo material. El mundo material está lleno de objetos, sucesos y personas. Yo soy una de esas personas y no tengo una posición más elevada que las demás.Pero, “Por más convincente que parezca el mundo material -y para vergüenza de la ciencia moderna-, nadie ha podido demostrar que es real...

... cualquier neurólogo puede decirte que el cerebro no ofrece ninguna prueba de que el mundo exterior existe en verdad, y sí muchas de que no existe.Todo lo que el cerebro hace es recibir señales incesantes relacionadas con el equilibrio químico, el consumo de oxígeno y la temperatura del cuerpo. A lo anterior se suma una corriente discontinua de impulsos nerviosos. Esta enorme cantidad de información no procesada tiene su origen en estallidos químicos que producen cargas eléctricas. Éstas viajan en todas direcciones por una intrincada red de finísimas células nerviosas, y una vez que llegan al cerebro (como un corredor que lleva un mensaje a Roma desde los límites del imperio) la corteza las combina y forma un conjunto aún más complejo de señales eléctricas y químicas.La corteza no nos dice nada sobre este procesamiento perpetuo de información, que es lo único que ocurre dentro de la materia gris. Nosotros sólo percibimos el mundo material con todas sus imágenes, sonidos, sabores, olores y texturas.
"


Esto significa, que el mundo, tal y como creemos conocerlo, podría ser un sueño, como decía Calderón de la Barca: “La vida es sueño”.

Pero Chopra es más tajante:

"Cuando estoy dormido y sueño, veo un mundo de sucesos tan vívido como el que veo durante la vigilia (aparte de la vista, mis otros cuatro sentidos están presentes de manera irregular, pero al menos un pequeño porcentaje de personas tiene los cinco: pueden tocar, saborear, escuchar y oler con tanta intensidad como cuando están despiertos). Sin embargo, cuando abro los ojos en la mañana, sé que esos sucesos tan reales fueron producto de mi mente. Nunca he tomado el sueño por realidad porque doy por hecho que los sueños no son reales.¿Mi cerebro tiene un sistema para crear el mundo de los sueños y otro para crear el de la vigilia? No; en términos de función cerebral, el mecanismo de los sueños no se esfuma cuando despierto...

La ubicación de la actividad neuronal cambia ligeramente entre una situación y otra, por lo que puedo distinguir entre un sueño, una foto y el objeto; pero el proceso fundamental siempre es el mismo: estoy creando un árbol, un rostro o el cielo a partir de una maraña de nervios que lanzan estallidos químicos y cargas eléctricas por todo el cuerpo...

Este embarazoso problema -la incapacidad de demostrar la existencia de un mundo exterior- socava la base del materialismo. Es así como llegamos al segundo misterio espiritual: no estás en el mundo; el mundo está en ti.

Para mí, éste no es un problema sino la esencia de la espiritualidad. Todos somos creadores. El misterio de cómo se combinan todos estos puntos de vista individuales -de modo que tu mundo y el mío armonicen- es lo que lleva a las personas a buscar respuestas espirituales. No hay duda de que la realidad está llena de conflictos, pero también de armonía
."

Y esa incesante búsqueda de la armonía la que me lleva a entender que Dios es tan visible como yo lo decida. Soy su cocreador junto a ti y a todos. Lo que me falta ahora es el valor de aceptar esta responsabilidad.

Dios no tiene culpa de nada, yo lo creé, yo puedo cambiarlo. Y retomo la palabra de Chopra:

"Mi intención no es censurar al ego ni responsabilizarlo de que las personas no sean felices, sufran o no encuentren su verdadero yo, a Dios o al alma. Se dice que el ego nos obnubila con sus exigencias, avaricia, egoísmo e inseguridad interminables, lo cual es un punto de vista común pero errado. Lanzarlo a la oscuridad, convertirlo en enemigo, sólo agudiza la división y la fragmentación. Si sólo existe una realidad, debe abarcar todo. Excluir al ego es tan imposible como suprimir el deseo.

La decisión de vivir en aislamiento -algo que las células jamás eligen, excepto las cancerígenas- originó un género especial de mitología. En todas las culturas se habla de una edad de oro enterrada en un oscuro pasado. Este relato de perfección degrada a los seres humanos, quienes creyeron que eran defectuosos por naturaleza, que todos portamos la marca del pecado, que Dios no mira con buenos ojos a estos hijos descarriados. El mito da a una elección la apariencia de designio. La separación cobró vida propia, pero ¿desapareció la posibilidad de la realidad única?Para reconquistar la realidad única debemos aceptar que el mundo está en nosotros. Este secreto espiritual se basa en la naturaleza del cerebro, cuya función es crear el mundo en todo momento...


En este momento, la vida centrada en el ego resulta totalmente convincente, razón por la cual ni todo el dolor y sufrimiento que provoca nos decide a abandonarla. El dolor lastima pero no muestra la salida. El debate sobre cómo terminar la guerra, por ejemplo, ha resultado estéril porque se funda en la idea de que somos individuos aislados; como tales, nos enfrentamos a "ellos", los innumerables individuos que quieren lo mismo que nosotros....
Todos formamos parte del único proyecto trascendente: la creación de la realidad. Defender otros intereses -dinero, propiedades, posición- sólo tendría sentido si fueran esenciales. Pero el mundo material es consecuencia; nada en él es esencial. El único interés personal valioso es la habilidad de crear libremente, con plena conciencia de cómo se crea la realidad.

La realidad única nos ha revelado un valioso secreto: quien crea es más importante que el mundo entero. De hecho, es el mundo. Vale la pena hacer una pausa para asimilarlo. De todas las ideas liberadoras que pueden cambiar la vida de una persona, quizá ésta sea la más poderosa. Pero para llevarla a la práctica" para ser auténticos creadores, debemos liberarnos de múltiples condicionamientos. Nadie nos pidió que creyéramos en un mundo material, pero aprendimos a considerarnos seres limitados. El mundo exterior debe ser mucho más poderoso; él marca la pauta, no nosotros; él está primero y nosotros muy por detrás. El mundo exterior no te proporcionará respuestas espirituales mientras no asumas tu papel de creador de la realidad.

Esto parecerá extraño al principio, pero establecerá un nuevo conjunto de creencias:Todo lo que experimento es un reflejo de mí. Por tanto, no tiene sentido tratar de escapar. No hay a dónde ir, y como creador de mi realidad, no me interesaría huir aun si pudiera.Mi vida es parte de todas las demás. Mi conexión con todos los seres vivientes me impide tener enemigos. No siento necesidad de oponerme, resistirme, vencer o destruir.No necesito controlar nada ni a nadie. Puedo inducir cambios transformando lo único que está bajo mi control: yo"

Así, yo decido, yo elijo, como he elegido amarte. Ojalá ese amor, al menos alguna vez, haya sido una señal de todas tus conversaciones directas con Dios.

Fuente: Deepak Chopra, El libro de los secretos. Tomado de , MENTAT (Escuela de Educación mental) Boletín No.117.