UN ADJETIVO
SIEMPRE VA AL LADO DE UN SUSTANTIVO, puede ir antes o después de él, pero siempre al lado, si se coloca después del verbo, lo estarás convirtiendo en un
adverbio de modo.
He aquí una serie de ejemplos:
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ADJETIVO
Posición en español
(Recop.) Justo Fernández López
http://hispanoteca.eu/Lexikon%20der%20Linguistik/a/ADJETIVO-Colocaci%C3%B3n%20en%20espa%C3%B1ol.htm
Cuando el adjetivo va junto al sustantivo puede ir inmediatamente antes
o inmediatamente después, con matices expresivos ligeramente distintos.
Cuando va después del sustantivo,
el adjetivo constituye generalmente una información nueva con respecto al
sustantivo. Esto hace que en esta posición tenga un relieve mayor.
Acabo de leer una novela muy interesante.
Vive en una casa modernísima.
Por el contrario, cuando va antes del
sustantivo el adjetivo ya no es nuevo con respecto al sustantivo, y
juntos forman un bloque. Se presupone la relación adjetivo – sustantivo.
¿Estáis ya en la nueva casa o todavía no os habéis mudado?
El hablante usa el adjetivo nueva antes del sustantivo casa porque
ya sabe que su interlocutor tiene una casa nueva, es decir que se va
a mudar de casa. Al contrario, en
Acabo de leer una novela muy interesante,
Vive en una casa modernísima,
muy interesante y modernísima son
informaciones nuevas que da el hablante a su interlocutor. Con frecuencia
ocurre que el enunciador se salta la etapa en que presenta la información como
remática (nueva) y pasa directamente a decir otra cosa actuando, con datos que
para él son un presupuesto, un elemento ya adquirido en el contexto.
Cuando el adjetivo va después del sustantivo, generalmente se está
hablando del sustantivo y se quiere añadir un elemento nuevo, de
especificación. Por eso resulta prácticamente imposible, por ejemplo, hablar de
una redonda mesa: lo normal es que se esté hablando de mesas, y
que el elemento redonda venga a ser una caracterización ulterior, que
sirve para distinguir entre distintos tipos de mesas.
La mayoría de los adjetivos que podríamos llamar de tipo [adjetivos
relacionales] (es decir que indican a qué categoría pertenece cierto elemento: político,
estudiantil, comercial, editorial, etc.), o de procedencia (es decir
que indican de dónde es el elemento al que se refieren: barcelonés,
malagueño, romano, milanés, español, americano, francés, etc.) y todos los
adjetivos de nacionalidad) tienden a estar en posición remática (nueva) con respecto
al sustantivo (y, por tanto, van después), ya que, debido a su naturaleza
misma, se emplean más a menudo para especificar. Los mismo ocurre con los
adjetivos que se refieren a la forma, que también suelen ir después del sustantivo, por las
mismas razones.» [Matte Bon 1992: 185-186]
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«En español el adjetivo atributivo tiene libertad de colorarse en la
frase.
El adjetivo antepuesto al
sustantivo al que se refiere suele modificar el contenido semántico de éste
insistiendo en sus notas, es un
adjetivo explicativo.
El adjetivo pospuesto suele limitar (aunque no siempre) la extensión significativa del sustantivo que le
precede, por ello se llama especificativo.
En
el caballo blanco,
blanco especifica que caballo no se refiere a cualquier caballo, sino
al que tiene la característica especial de su color blanco.
Cuando el adjetivo explicativo,
al insistir en las notas del sustantivo, resalta una de ellas se llama
propiamente epíteto. Por extensión se llama epíteto a todo adjetivo
colocado delante del sustantivo, aunque no tenga ese valor de poner en relieve
que caracteriza al epíteto propiamente dicho.» [Marcos Marín
1980: 198].
La colocación del adjetivo
En líneas generales, se advierte una oposición entre las lenguas
germánicas, que anteponen normalmente el adjetivo, y las lenguas románicas, que
tienden a posponerlo, pero permitiendo una gran libertad en esta colocación.
El francés ocupa una posición intermedia. Por una parte, ha fijado en
una gran mayoría de casos el lugar de los adjetivos, con clara tendencia a
posponerlos; en otros varía grandemente el significado de éstos al cambiarlos
de posición: neuf, nouveau, mientras que en número más restringido de
ocasiones, y casi siempre con fines literarios o de expresión afectiva, permite
una cierta libertad en la colocación.
En español, como en portugués y en italiano, es más libre, aunque no
caprichosa, la colocación de los adjetivos, y su variación permite expresar
matices significativos y estilísticos de gran precisión.
El adjetivo antepuesto hace
que se fijen el interés y la atención en la cualidad a que se refiere: BONITA
casa. También es indudable que la anteposición da al adjetivo una
significación más afectiva y poética: un VIEJO jardín indica un
juicio mucho más personal y subjetivo que un jardín VIEJO, que nos
enfrenta con una observación objetiva y realista.
El adjetivo pospuesto
especializa el objeto y lo opone a otros: caballo BLANCO, por oposición a caballo NEGRO.
Esta colocación es la normal en los adjetivos predicativos: el caballo es BLANCO,
si bien no es tan rigurosa esta norma en español como en francés y en las
lenguas germánicas.
Otros
factores que influyen en el distinto significado y grado de libertad en la
colocación del adjetivo son: si se trata de uno solo o varios: una persona ALTA,
DELGADA y MORENA; si tradicionalmente se refieren a un sustantivo en posición
fija: edad MEDIA, NUEVO mundo, sentido COMÚN, o si al
cambiar de colocación varía radicalmente el sentido: un santo TRISTE y un
TRISTE santo, un hombre GRANDE y un GRAN hombre,
una viuda POBRE y una POBRE viuda.
Como
regla más general, puede decirse que la colocación habitual es neutra,
mientras que la desacostumbrada es expresiva.
Un caso
espacial, ya que sólo afecta a la colocación de muy contados adjetivos, es el
de las forma apocopadas, es decir, de aquellos adjetivos que contraen su
terminación al anteponerse a la palabra que califican: buen, gran, san,
etc. Estas formas apocopadas solo pueden ir antepuestas inmediatamente al
término que acompañan: un BUEN soldado, un GRAN santo.» [Criado del Val 1972: 40-41]
●
Posición del adjetivo:
Existen adjetivos especificativos o restrictivos y explicativos o no
restrictivos. Los adjetivos pospuestos especificativos o restrictivos delimitan
el conjunto de objetos a los que se refiere el nombre, restringiendo su
extensión; por ello, al decir los coches rojos excluimos, dentro del
conjunto integrado por los coches, todos aquellos que no tienen la propiedad de
ser rojos. En los adjetivos antepuestos o explicativos, en cambio, no existe
restricción alguna. En fresca hierba, no se limita la extensión del
nombre hierba, sino que simplemente se destaca una propiedad inherente
de esta: su frescura. [...]
El adjetivo restrictivo colabora en la determinación y referencialidad
del sintagma, de manera similar, aunque no idéntica, a los determinantes, pues
este adjetivo restringe la extensión del nombre, esto es, las entidades o
conceptos a los que remite. El resultado es que de la modificación adjetiva
sale un nuevo referente, más delimitado, que se incluye dentro de la clase de
objetos referidos por el nombre. Por el contrario, un adjetivo no restrictivo
se aplica al nombre en su totalidad, puesto que no restringe el referente. Esto
implica que la extensión del nombre, los objetos a los que se refiere, es la
misma con el adjetivo que sin él. El adjetivo no restrictivo se limita a
destacar una propiedad definitoria del nombre. [...]
Parece que la anteposición resulta más adecuada cuando se trata de un
referente específico:
Desea comprarse un lujoso ático que vio el otro día,
mientras que la posposición es natural cuando el referente es
inespecífico:
Desea comprarse un ático lujoso, cualquiera, siempre que sea lujoso.»
[Rodríguez Ramalle 2005:
167-168]
●
Los adjetivos relacionales
Normalmente se piensa que un adjetivo es
aquella parte de la oración que sirve para indicar cualidades de los nombres:
forma, color, tamaño, edad, evaluación, etc. Sin embargo, no todos los
adjetivos realizan este tipo de adscripción. En efecto, hay adjetivos que
indican propiedades que la entidad objeto de modificación adjetiva posee por su
relación con algo externo a ella:
discurso papal,
reforma constitucional,
control parlamentario,
casa real, etc.
Los adjetivos de estos ejemplos no denotan
cualidades ni propiedades de los objetos a los que acompañan, sino que
expresan, en un sentido amplio, relaciones. Así, no podemos decir que en un
discurso papal, papal exprese una cualidad de un discurso, sino que
indica un tipo o clase de discurso: en este caso, el realizado por el Papa.
Existen ejemplos en los que un mismo adjetivo se puede interpretar como
denotador de propiedades o de relaciones. Estamos acostumbrados a que los
periodistas y publicistas jueguen con el doble significado del adjetivo real,
por ejemplo, en un sintagma como casa real: dicho adjetivo significa en
su lectura calificativa ‘casa verdadera, existente’, mientras que en su lectura
relacional expresa ‘casa de o vinculada a la realeza’.
Características
Si bien los adjetivos calificativos son
graduables: muy alto, bastante interesante, los de relación no lo son,
puesto que no denotan propiedades. [...]
Los adjetivos relacionales nunca actúan
como predicados; por ello suelen ser extraños como predicados de una oración
copulativa: *La obra de teatro es musical (con el sentido de ‘es un
musical’), *La reconstrucción dental (‘una reconstrucción de los
dientes’).
Es común encontrar pares de adjetivos:
calificativos-relacionales, construidos sobre una misma raíz pero con sufijos
diferentes: Cívico-civil, paternal-paterno, provinciano-provincial,
musculoso-muscular. El primer miembro de estos pares se comporta como un
adjetivo calificativo, pues puede ser graduado; mientras que el segundo actúa
como un adjetivo relacional.
Los adjetivos relacionales nunca aparecen
antepuestos, frente a los adjetivos calificativos. [...]
Tipos
Dentro de los adjetivos relacionales
podemos hablar de dos clases: adjetivos clasificativos y adjetivos argumentales
o temáticos (Bosque 1993). Los primeros son adjetivos de relación no
argumentales, mientras que los segundos se comportan como argumentos
seleccionados por los nombres. De esto se deduce que los adjetivos relacionales
argumentales sólo podrán acompañar a nombres que posean estructura argumental:
Adjetivos clasificativos:
Revista mensual (‘revista que sale cada mes’).
Coche solar (‘coche que se mueve por energía solar’).
Ataque nuclear (‘ataque mediante armas nucleares’).
Adjetivos argumentales:
Construcción naval (‘construcción de barcos’) (Tema).
Extracción dental (‘extracción del diente’) (Tema).
Viaje presidencial (‘viaje del presidente’) (Agente). [...]
El orden que establecen entre sí los adjetivos clasificativos y temáticos tiende
a ser fijo (Bosque 1989). En general, los clasificativos son más restrictivos
que los argumentos que el predicado selecciona, por lo que requieren aparecer
adyacentes al nombre, ocupando los argumentales la posición siguiente. Esta
regla permite dar cuenta de las diferentes lecturas que encontramos en
secuencias como:
El fracaso europeo parlamentario
(‘El fracaso del
parlamento relativo a Europa’).
El fracaso parlamentario
europeo
(‘El fracaso de Europa en
lo que respecta a su parlamento’).
Ambos ejemplos muestran que el esquema existente
en español es adjetivo clasificativo y adjetivo argumental. En cuanto a la
secuencia de dos adjetivos argumentales, en general, el agente suele ser más
externo que el tema, que requiere adyacencia con el nombre:
La producción vinícola
riojana (de vino realizado por la Rioja, o en la Rioja).
*La producción riojana
vinícola.
En estos ejemplos vemos que el adjetivo
temático riojano, que representa el agente, nunca puede situarse
delante del adjetivo vinícola, que representa el tema.
Si los dos adjetivos son clasificativos, pueden alterar su orden:
Proyecto multidisciplinar
bianual =
Proyecto bianual
multidisciplinar.» [Rodríguez Ramalle
2005: 171-175]
●
Llamamos ‘participios adjetivales’
a formas morfológicamente participiales, susceptibles de recibir modificadores
verbales, que se encuentran en la posición de modificadores del nombre:
Libros encuadernados por artesanos antiguos.
Denominamos ‘adjetivos perfectivos’ a formas a veces derivadas de
antiguos participios latinos truncados, que ahora funcionan plenamente como
adjetivos:
El vaso lleno (*por el camarero).» [Demonte 1999: § 3.5.1.2, n. 61].
Los participios adjetivales y
los adjetivos perfectivos van obligatoriamente pospuestos al nombre que
modifican (salvo en usos figurados como
su seca sonrica
su meditada respuesta
Los participios adjetivales pueden llevar modificadores propios de los
verbos y son parafraseables por oraciones de relativo.
«Como regla general, los participios pasados no se anteponen a los
sustantivos:
*La escrita carta. (x) La
carta escrita (P)
*El traducido libro. (x) El libro traducido (P)
*Un aceptado cargo. (x) Un cargo aceptado (P)
Se ha señalado, sin embargo, que algunos participios aparecen
antepuestos, lo que se ha interpretado correctamente como signo claro de que se
trata de adjetivos. La anteposición constituye, pues, un buen criterio para
marcar diferencias entre las dos clases. He aquí algunos ejemplos:
Una asustada mujer.
El asombrado presentador.
Un afamado personaje.
El renovado diálogo entre las
potencias.
Su amada esposa.
La improvisada reunión.
Su proyectada novela.
Debe tenerse en cuenta que un buen número de adjetivos prenominales no
se obtienen de participios mediante procesos derivativos, unas veces porque no
existe o no se usa el verbo del que derivaría (reputado, consabido,
accidentado, afortunado), otras veces porque aun existiendo se pierde la
relación léxica.
Los adjetivos que poseen participios adjetivales homónimos mantiene la
ambigüedad en la posición posnominal, mientras que la única interpretación
posible en la posición prenominal es la adjetival:
Una visita prolongada [ambiguo].
Una prolongada visita [no ambiguo].
Una cantidad de participantes
elevada [ambiguo].
Una elevada cantidad de
participantes [no ambiguo].
La edición reducida que
publicaron [ambiguo].
La reducida edición que
publicaron [no ambiguo].
Así pues,
la posición posnominal de prolongada es compatible en
Una visita prolongada [ambiguo].
Una prolongada visita [no ambiguo].
con la
interpretación participial (“la visita se prolongó o fue
prolongada”), pero la posición prenominal fuerza la adjetival (“la visita fue
larga”).
La ausencia de ambigüedad en la posición prenominal nos confirma que los
participios (al menos, los que poseen homónimos adjetivales) no se anteponen
porque no se integran por completo en la categoría de los adjetivos. Aquellos participios
de los que se obtienen adjetivos restringidos léxicamente sólo podrán
anteponerse en su interpretación adjetival:
Una acusada personalidad. /
*Una acusada persona.
La acertada decisión. / *La
acertada quiniela.
Su celebrada actuación. / *Su
celebrado cumpleaños.
Un reservado personaje. / *Una
reservada mesa en el restaurante.
Un conocido actos. / *Una
conocida noticia ayer.
Los participios correspondientes sólo admiten la posición posnominal,
por tanto todos los sintagmas nominales agramaticales en los ejemplos
anteriores pasarían a ser gramaticales con dicho orden (la quiniela acertada,
etc.).» [Bosque, Ignacio 1999: § 4.4.5.3]
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Bibliografía
Almela
Pérez, Ramón: "El orden AS / SA: La solución está en el conflicto".
En: Wotjak, Gerd (ed.): En torno al sustantivo y adjetivo en español actual.
Aspectos cognitivos, semánticos, (morfo) sintácticos y lexicogenéticos. Frankfurt
am Main: Verwuert Verlag, 2000.
Bosque,
Ignacio: “El sintagma adjetival. Modificadores y complementos del adjetivo.
Adjetivo y participio”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática
descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa
Calpe, 1999, § 4.4.5.3
Criado del
Val, M.: Fisionomía del español y lenguas modernas. Madrid: Saeta, 1972.
Demonte,
Violeta: „El adjetivo: Clases y usos. La posición del adjetivo en el sintagma
nominal“. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática
descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa
Calpe, 1999, § 3.
Demonte,
Violeta: "Configuración e interpretación de los adjetivos del español: un
enfoque minimista". En: Wotjak, Gerd (ed.): En torno al sustantivo y
adjetivo en español actual. Aspectos cognitivos, semánticos, (morfo)
sintánticos y lexicogenéticos. Frankfurt am Main: Verwuert Verlag, 2000,
pp. 261-273.
Marcos
Marín, Francisco: Curso de gramática española. Madrid: Cincel, 1980.
Matte Bon,
F.: Gramática comunicativa del español. 2 vols. Madrid: Difusión, 1992.
Rodríguez
Ramalle, Teresa María: Manual de sintaxis del español. Madrid: Editorial
Castalia, 2005.